Nada que controlar, mucho que soltar.

En mi trabajo como masajista he podido comprobar, durante años, los efectos del estrés psico-emocional sobre el cuerpo. Para poder trabajar sobre la musculatura, necesito que el receptor colabore con la intención de soltar, ayudándose de la respiración. Es un acto de entrega, de rendición. Implica la confianza y el » dejar ir«.

La tensión de la mandíbula, por ejemplo, representa la ansiedad o el miedo a carecer de control. Desear «atrapar el bocado» que nunca llega, ya que vivimos en la incertidumbre del mañana o del instante siguiente. Realmente no sabemos ni somos nadie. Es todo una gran mentira que nos hemos contado. Pero ¡cuánto esfuerzo requiere mantenerla!.

Es imposible que una mente tan limitada como la del ser humano, maneje todas las perspectivas y ángulos necesarios para ser objetivos y conocer La Verdad. Solo cuando ambos hemisferios están trabajando equilibrados nos acercamos a esa Conciencia trascendental que nos ilumina el camino. En esa plenitud no hay deseo de control, sino comprensión y aceptación, o un «no saber» saludable. Es aceptar nuestros límites como mente racional y abrirnos a la infinitud de la mente intuitiva.

Sé que cuesta reconocer la propia ignorancia y también que nunca tendremos la razón que creemos tener. Quién sabe qué es lo mejor en cada caso ( salvo que cedamos nuestro poder a los jueces, médicos, maestros, políticos o periodistas), si no se tienen en cuenta todas las ópticas posibles. En realidad me estoy refiriendo al plano no dual de toda la historia. Ese transpersonal que nos conecta a todos los seres. Y al cuento de «mala suerte, buena suerte quién sabe» ( que aparece en el artículo » De la esperanza que nunca se pierde»).

Sin conocimiento objetivo e imparcial es difícil un gobierno justo y acertado. Lo que hoy nos parece bien puede que mañana sea todo lo contrario. Juzgamos constantemente sin conocer la realidad. Así ¿cómo podemos tomar las riendas y estar seguros de nuestro acierto?. Por más que creamos conocer, solo nos basamos en el bagaje cultural de nuestro siglo. Eso es muy limitado y probablemente erróneo en la mayoría de los aspectos. Nos queda tanto por recorrer… y sin embargo defendemos nuestras verdades como si reconocer nuestro error fuera la muerte.

Realmente el personaje debe morir para acercarnos al Amor y Sabiduría auténticos.

Somos infinitamente pequeños en un universo abismal e incomprensible para la mente racional.

Así que podemos relajarnos y elevar nuestros deseos y/o temores a la Conciencia Superior omnipresente.

No hay más que observar lo que sucede en nuestro cuerpo, que nos llevará a vivenciar los procesos de cada instante y a madurar como ser humano en su experiencia individual. Y esa observación será más ecuánime si comprendemos la relatividad de las interpretaciones y creencias. Abrir el foco, eso sí, reconociendo nuestra limitación y que somos parte de algo que nos trasciende.

«Es imposible alumbrar el universo con una linterna. La humildad es un sentimiento sincero de querer VER, querer salir de la ignorancia.Somos observadores de un Proceso que ni siquiera nos pertenece».

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