Tenemos un juez o jueza o interiorizado que nos dice cómo DEBEMOS hacer las cosas y nos hace la vida difícil, porque no nos permite disfrutar de nuestra supuesta «mediocridad». Y hablo en plural porque nos pasa a muchos, es algo muy humano.
Eso supone que anteponemos las creencias o ideas a la Verdad (lo auténtico y genuino, lo espontaneo que sale del corazón).
Para mí no existe más principio moral que el de tratar a los demás como me gustaría que me trataran, teniendo en cuenta las limitaciones de mi conciencia: a veces actuamos desde el miedo o mecanismos subconscientes que supuestamente nos protegen del dolor, y eso supone que podemos herir sin querer o sin poder evitarlo porque no llegamos más allá. Siempre nos queda pedir perdón, tratar de enmendarlo y superarnos.
La libertad individual termina donde empieza la del otro. Y sería deseable que además miráramos por el bien común y sostenible, siempre y cuando esto incluya el respeto a uno mismo y el autocuidado que nos debemos (como seres que han recibido el regalo de una vida de la que responsabilizarse).
Partiendo de ahí, qué me impide mostrarme tal cual soy, si no hago daño a nadie?
Qué me hace compararme y tener que responder a unos cánones establecidos?
Claro está que el instinto de supervivencia está completamente unido a la necesidad de ser queridos y aceptados por el grupo: el sentido de pertenencia. Eso nos permite sentirnos seguros y disfrutar de un poquito de tranquilidad, aunque muchas veces se convierta en nuestra cárcel.
Existe acaso la mediocridad cuando nos referimos a brillar con nuestro particular y único modo de ser?, cuando una expresión del niño interior necesita salir?. Está muy bien estudiar y hacerse experto en algo, n la constancia y la entrega a una misión en la que nos vamos perfeccionando y superando nuestros límites. Pero por algo hay que empezar, y existe un camino lícito de aprendizaje basado en el ensayo y error. Además en la vida podemos jugar sin necesitar destacar por encima de nadie, y la felicidad que se consigue poniendo de nuestra parte supone dejarnos fluir, haciendo el ridículo si es necesario y riéndonos de nuestra torpeza para devolvernos la alegría de vivir.
Es que hoy en día parece que todo tiene que tener un fin de lucro o comercial. Y la inocencia de la diversión sin más? Y la belleza de «esta soy yo» o «esta es mi manera», sin tener que ser un profesional o haberse formado para ello?
Algunos pueden pensar que `quién soy yo para filosofar o hablar de psicología común sin más fundamento que mi propia experiencia, formación variada o mis deducciones` . Yo reivindico la libertad de expresión y el valorar la diversidad de opinión. que a todos nos enriquece. La Verdad no existe desde el punto de vista individual, si no en la unión e interconexión de todas las individualidades.
En realidad, sólo cuando esté en la certeza del presente y deje de proyectar, estaré cerca de la VERDAD. Mi Ego siempre me engaña, porque es su naturaleza. Su origen esta basado en la creencia de separación. Entonces viene la famosa pregunta: QUIÈN SOY?, y el miedo a lo desconocido, lo diferente. Tenemos miedo a la Verdad porque es la antítesis de la individualidad, la muerte del Ego. También tenemos miedo a la falta de libertad que eso supone, pues una mente limitada nunca abarca los parámetros que necesitaríamos para saber qué es lo correcto y favorable para nuestro crecimiento. La Vida es lo que Es, mas allá de nuestro juicio. Hay leyes naturales que nos gobiernan, por encima de nuestra voluntad.
La verdadera sabiduría es la aceptación del presente, aunque no esté de acuerdo con nuestros objetivos.
Y desde aquí, dejarnos sentir, conectarnos al corazón e intuición y dejarnos SER. Creer en nosotros mismos, en esta verdad interior menos limitada por condicionamientos, en un YO más conectado con todo lo demás, con nuestro Ser Infinito. Qué estereotipo de perfección supera eso?. Quién o qué puede establecer lo que debería ser ante la grandeza de la originalidad y lo auténtico?. Mediocre es defender una forma de ser adaptada a la opinión de los demás. La creatividad surge cuando estamos abiertos a lo imprevisible y nos permitimos ser espontáneos. Y eso es estar en armonía con la VIDA, y la única libertad que tenemos: elegir entre el Miedo o el Amor.
Nuestra única grandeza es la que no es personal: la que nos conecta al Amor que todo lo abarca. Entonces, todos seremos especiales sin necesidad de comparación. Y podremos disfrutar de la nutritiva diversidad.
Mediocres sólo por la conciencia de lo insignificante que es el ser humano en un Multiverso quizás infinito y Eterno.