Tomar elecciones
que nos acerquen
a nuestra esencia
Hablemos de cambio y nuevos comienzos. Esos que acontecen a cada instante.
Es en ese fluir donde aparece la incertidumbre y podemos elegir resistirnos y sufrir o aceptar y VIVIR.
Un SÌ la Vida, es mucho más que resignación y pasividad. Es la humildad de reconocer que no tenemos el control de las leyes naturales ni podemos considerar todos los parámetros necesarios para juzgar correctamente.
Caminar con una mano en el corazón y la otra en el hacer, es parte de esa aceptación de uno mismo y las circunstancias. No importa cuánto tiempo necesitemos para aprender a discernir, se trata de ir practicando, acercándonos a la Verdad que somos.
La coherencia puede incluir el no hacer o el ir contra corriente, con la dificultad que conlleva.
A veces, desobedecer es la elección más difícil que podemos tomar. Y es que hay que elegir entre la gratitud por estar vivos y ser responsables de nuestra Vida, o la fidelidad y pertenencia a un clan, que nos proporciona aparente seguridad. Si algo parece otorgaros la posibilidad de existir es que estamos creando Dioses falsos.
La vida puede ir en contra de nuestras expectativas. Y eso no es más que la prueba de que nos hemos adelantado al acontecer del presente con nuestra «pequeña mente» (teniendo en cuenta únicamente nuestros deseos, los cuales provienen de algún vacío, que a su vez proviene de una sensación imaginada de separación), y nos atrevemos a suponer lo que es mejor para el Universo.
En fin, partimos de una interpretación equivocada, de una falta de conciencia de la unidad de la que formamos parte. Y sólo si nos abrimos a esa Conciencia y dejamos que nos transforme, seremos libres del autoengaño, que engendra miedo y dolor.
Las elecciones quizás ya fueron tomadas en otro plano de conciencia, aunque para algunos la vida es todo azar y caos. No sabemos con certeza, aunque la intuición me dice que todo sucede por algo, ya que en la Naturaleza observo ciertas leyes inteligentes que nada tienen que ver con el desorden.
Entonces quizás solo vinimos a sentir, y no hay elección mal tomada, porque de alguna manera la vida se las ingenia para traernos las lecciones que nos hacen más sabios, si sabemos recoger los frutos de la experiencia. Esto ocurre cuando abrimos el corazón y observamos desde fuera la jugada, sin identificarnos. Puede que encontremos una relación entre las carencias y heridas de nuestra vida temprana y nuestras reacciones exageradas detonadas por determinados acontecimientos.
Tal vez la única solución sea darnos nosotros mismos lo que nos faltó o que expresemos en voz alta, y con todo el sentimiento, lo que se quedó por decir.
Aprender a acompañarnos en ese proceso, resulta más fácil con una guía observador externo más neutro que nosotros mismos; para denunciar los mecanismos de defensa a veces tan necesarios, a los que conviene acercarse con mucho tacto y ternura. Las capas pueden ir cayendo solas bajo la mirada de la conciencia. Y a veces requiere una cirugía delicada que consiste en ir reconociendo cada parte del gran montaje de nuestros condicionamientos.
Es en el corazón donde encontramos el meollo del SI o el NO, mas allá de la dualidad conocida. Un «ADELANTE!» o «ATRÀS!» que tienen que ver con nuestras «tripas», siempre que estén limpias de creencias tóxicas y podamos conectar con el vacío. Ese un vacío fértil del que parten todas las cosas.