Conocí a Victor por sus películas y en un momento de crisis personal me lancé a hacer los módulos de Arte Ritual.
Sabía que tenía una artista interior que deseaba expresarse y salir a la luz, pero no encontraba la manera de dar rienda suelta a mi creatividad. De hecho pensé que estaba bloqueada en ese sentido. Con mis «cuarenta y muchos» sentía que no había dado frutos.
En realidad eran juicios de una mente deprimida, no siempre me siento así.
Hasta que me libere del todo, esos momentos van y vienen. A veces dependen de las circunstancias, otras no sé muy bien (serán los astros, los bioritmos, las cargas de mis ancestros, o las radiaciones electromagnéticas…quién sabe).
Como bien dice este maestro del arte ritual» todos tenemos algo que ofrecer desde lo que ya tenemos», solo hay que ver qué me impide conectar con mi corazón y expresarme. Qué me separa de mí verdad. Y muchas veces son mis propios juicios, mi exigencia, perfeccionismo, soberbia, el deseo de ser especial y hacerme querer …
El caso es que gracias a este curso, pude conocer distintas vías de expresión artística para mi mente, mi corazón, mi alma.
Arte Ritual es un método para reprogramar el subconsciente y que el propósito de tu ego pueda alinearse con el de tu alma.
Hasta entonces pensaba en el Ego como algo negativo que debía rechazar. Esto limitaba la expresión de mi individualidad en este mundo. Me quedaba en la indefinición y no me permitía dar el paso para seguir creciendo. De hecho, veía los deseos como la piedra de Sísifo que nos enredan en la rueda del Samsara (o la Matrix). La historia interminable que finalmente es un engaño para mantenernos insatisfechos e infelices.
Hasta que me cansé de estar estancada y no evolucionar. Estaba muerta en vida.
Así que saqué fuerzas de esa crisis. La tristeza es un indicador de la de necesidad de cambio.
Comencé a dibujar, pintar, modelar, hacer collages con fotografías, bailar, disfrazarme para crear vídeos…todo ello enfocado a sanar mis heridas y proyectar una nueva realidad.
Victor resolvía dudas en directo una vez en semana y el resto de los días realizaba a mi ritmo los ejercicios propuestos en los tres módulos.
Fue también una forma de sentirme acompañada en mi proceso tanto por él como por mis compañer@s de curso. Gracias al grupo de WhatsApp en el que cada un@ mostraba sus trabajos cuando quería, tenía un recordatorio diario: «No te abandones, haz lo que puedas cada día».
Poco a poco empecé a sentirme más motivada y surgió el deseo renovado de vivir. Pude acompañarme en la transición del dolor y acogerme con todas mis debilidades y fortalezas.
Hubo un «reset«, una recarga de energía, un darme cuenta y un «¿por qué no?».
Y salí a la naturaleza, le entregué todo aquello que quería dejar atrás.
Hice mi ritual, para sincronizar consciente e inconsciente.
Y gracias a ese impulso, a esa integración de la dualidad en mí, hoy me siento más en paz.
Actualmente he incorporado el Arte Ritual como herramienta en mis sesiones, ya que coincide con la Gestalt y la Descodificación en el trabajo con el subconsciente.